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Capitulo 4

CAPÍTULO IV

- ¡Joder tío! Estabas to engarrotao, to rapao pa trá... – dijo preocupado Roland
- Nos hemos cagao por segundos.
- ¡Dinos que has descubierto! ¡Antes de que vuelvan los alucinógenos efectos del Starcrá y se te olvide!
- Creo que ya sé lo que significa el grabado – dijo con aire de solemnidad.
- Diloo... verá tú... ¡que agobioooo! ¡Ofúu! – El agobio de Roland era más que evidente.
- Se trata de... una biblioteca ¡Cham Cham ChamChammm!

En ese justo instante un fogonazo azul flasheó la habitación y se oyó un profundo trueno que hizo temblar los mismísimos cimientos del edifico. Gurú y Roland tuvieron tiempo de agarrarse, pero Fender, se desplomó cual muñeco de trapo. Lo levantaron y lo echaron sobre el sofá. Lo dejaron dormir dulcemente.

- Está agotado después del esfuerzo sobrehumano que ha realizado. – observó Roland
- ¡Ains! Sí... pero gracias a esa proeza de titanes podremos continuar con nuestra aventura. Nos ha abierto una senda por la que discurrir.
- ¿Qué encontraremos en aquel lugar?
- ¿A qué lugar te refieres?
- A la biblioteca.
- Puess... aparte de libros y largas estanterías... mmmm... tías buenas en tirantitas y muy creídas, seres que se creen superiores, en niveles muy altos de arrogancia.
- ¡Oh no! Seres perversos y peligrosos encerrados en un mundo de intelectualidad. ¿Cómo lograremos sobrevivir a tal terrorífico trance y al correspondiente calentón?
- Difícil tarea es... pero hemos de buscar al “Iluminado” si queremos salvar al mundo. Hemos de despertar a Fender ¡Ya se está pasando con la puñetera siesta de los cojones!
- ¡Fender, coño! ¡Que te levantes, leñe!
- ¡Grrmmm! ¡Grrmm! – Murmuró Fender dándose la vuelta y dejando ver una pequeña manchita de babitas.
- ¡Juer! ¡Que asco coño! ¡Argh! – Exclamó asqueado Gurú.
- Solo se despertará con esto... – prestamente Roland metió un CD en el equipo de Gurú y le dio al play.

De repente sonó una poderosa batería in crescendo y al final el inconfundible sonido de la guitarra eléctrica de Mark Knopfler. En ese mismo momento Fender abrió los ojos de par en par y dijo:

- ¡Yeah! ¡Esto es música!
- ¡Ea! Ya tá... ¡Qué bueno verte restablecido compañero! – dijo alegre Roland
- Sí, ¿verdad? – Dijo Fender orgulloso de si mismo y con postura de superheroe.
- Sí, pero hemos de proseguir con nuestra arriesgada tarea. Tenemos que ir a la biblioteca. Go Go Go

Se prepararon de todo lo necesario para una intensa investigación, y después de que Gurú les enseñase un par de cosas que había bajado de Internet... salieron de los cálidos aposentos de “er nota” por la puerta principal. Una vez fuera pudieron ver el cielo azul y la luz del Sol por primera vez en mucho tiempo.

- ¡Arrgh! ¡La luz ciega mis ojos! – Gritó Fender.
- ¡Ponte las gafas de sol tipo Matri, que pa eso os la he dao, coño!

Como si de una coreografía cinematográfica se tratara, Gurú, Fender y Roland, vestidos de cuero negro, se pusieron lentamente y con elegancia las gafas al unísono. En ese mismo instante sonó música de fondo y salieron arrogantemente y casi chulescamente en busca del 23 ¡Yeah!

Tras una espera de veinte minutos en la parada, y después del largo viaje en el autobús, se encaminaron hacia la temible biblioteca. La gente les miraba entre sorprendidos y burlonamente.
Una vez delante de las puertas del edificio Gurú les aconsejó sabiamente:

- Tened cuidado, mucho cuidado ahí dentro, y, sobretodo, silencio. Lo digo más que nada por ti, Roland. ¡Ah! Y evita mirar a las tías. ¡ No las mires bajo ningún concepto! O sus bellos y contorneados cuerpos, sus eróticos movimientos, sus... – “er nota” se limpió las babas y continuó su advertencia – te sumirá en un mundo de perversión y lujuria, que no te dejarán pensar, te nublará la mente y no podrás ver con claridad. Necesitamos toda tu escasa inteligencia al máximo. Pues eso.

Dicho esto se internaron en el moderno edificio. Gurú, Fender, y... un momento... ¿Dónde está Roland? Joder... sacadlo de la puerta giratoria, que se ha quedao dentro. Vale... muchas gracias.
Gurú, Fender y Roland se encontraron delante de un espacio amplio y silencioso. Ante ellos, largas e infinitas estanterías repletas de libros y más libros, de todos los tamaños y colores. Todo estaba silencioso allí y... extrañamente, vacío. No había absolutamente nadie. Nuestros héroes respiraron aliviados. Así pues, comenzaron la búsqueda, aunque... ni ellos mismos sabían qué tenían que encontrar. Buscaron entre los libros, las estanterías, mesas, papeleras y... nada, absolutamente nada. Ni un mensaje, ni una sola pista. De repente, Fender tuvo como un cosquilleo, como si tuviera un 5º sentido y notó como muchos ojos les observaran. Se puso algo nervioso, pero no había nadie, por lo tanto, se olvidó de aquello. Tras recorrer todos los pasillos, vieron una escalera que subía. Subieron por ella. La tensión se respiraba en el ambiente. ¿Qué había allá arriba? Se preguntaban. Cuando faltaban pocos escalones para llegar arriba, Gurú y Fender corrieron rápidamente hacia Roland y le taparon los ojos. Intuyeron el peligro que corría su compañero. Subieron el último y... la intuición esta vez no les falló.

Ojos, miles de ojos les observaban con malicia. Ojos perversos de mujer les analizaban hasta lo más profundo de su ser, como si les pudieran leer la mente. Miles de preciosas mujeres les miraban inquietantemente. Nuestros queridos héroes se percataron del serio peligro al que se enfrentaban. Con lentitud echaron a andar por el estrello pasillo.

Continuará...

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